versión en español a continuación

After two years, at our first church, my friend accepted the call as the pastor of a church in Alabama. It wasn't long till he called and offered me a position.

It would be a blast working with my best friend. I felt like I would have tons of liberty to learn and grow. I had enjoyed all my time in the first church. I found the people in the second church to be just as wonderful.

We moved into the basement of the parsonage with our friend. Those were not comfortable days for either family but were especially difficult for Betty. The stress grew every day. She was used to better than bare concrete walls in a basement.

Finally, one of the men in the church found us a place to stay. It was a two-bedroom apartment above his outside garage. There were long narrow stairs leading up to the apartment. 

The men in the church helped us move our things in, which meant carrying them upstairs and dumping them in the middle of the room. There was no AC. It was hotter than the hinges of hades up there. 

Betty was sick, and Chris was less than a year old. I got up, got dressed, and went to church. Betty was at home, hopefully going to get the house set up.

I had a blast working all day with my best friend, making visits, talking, studying, planning, etc. My poor wife was at home alone with a baby. There was no TV, no AC, no comfort.

I arrived home just as happy as a lark. I looked around and questioned Betty about what was going on. She was sweaty, but it didn't look like she had done anything all day.

I said wow, what have you been doing? Betty ripped me up one side and down the other! She yelled that I had been out with my friend! I went to a restaurant! I had AC! She was alone in the house without a car, no AC, and a crying baby, and to top it off. She was sick.

I had the nerve to ask her what she had been doing. I got aggravated. I had a great day. I wanted to share it with my wife, but no! She was hot, bothered, and mad.

I said. I am out of here. I am going to go out and walk around till you cool off. That wasn't my smartest thing to say.

As I turned, she reached over and picked up a metal whistle I used while leading the youth activities. She hurled it at the back of my head.

It hid with force. I was now shocked and angry. I turned around, ready to hit her. I took off my belt like I had seen my dad do when he was going to whip me.

I headed towards Betty very angrily. She was scared. The Holy Spirit of God hit me between the eyes. I dropped the belt and left the house.

I walked and prayed for a long time. I realized I was a brute. I had not helped my wife move in. I had dumped all the work on her. She was sick. I didn't think of her. I was selfish. I knew I was wrong, and I hated myself for it.

After sufficient chastisement of the Holy Spirit, I returned to the apartment. I climbed back up in our little sweat box. I apologized to my beautiful sweaty, sick, tired wife. She apologized. We were right again.

It is so easy to get caught up in what you are doing that you forget what your spouse needs. I loved her but had an inferior way of expressing that love. I learned a big lesson that I still have to work on all the time. 

I had experienced a wonderful day. Betty had suffered all day miserably. She had cared for a sick baby in a sweat box all day when she was ill herself. I thought only of myself.

There is a lesson for everybody here, especially for my missionary friends. Hang the last picture before you head out to do ministry.

Be sure your wife and children are taken care of. Don't be so ministry-focused that you forget your number one ministry. Only one person will be with you decades from now, and you are married to her.

Think of your spouse. Think of your children. Do the ministry, but after God comes your wife and children. 

Get the whole story

Betty, the love of my life 1

The Call 2

Hay Day of my Life 3

"The bro zone!" Like a brother 4

A Giant Heart 5

The tractor ride 6

Never Really Dated! 7

Shocked & Surprised 8

Good News 9

Finding an acorn 10

Scared my dad! 11

Send that hillbilly hiking 12

Who's chasing who? 13

Betty meets my grandmother 14

The longest summer ever 15

Reckless Redneck 16

Honeymoon 17

Separated for the first time 18

We are going to make it 19

Our first ministry 20

We needed a mentor 21

A Mother's Jealousy 22

My sister wanted to marry me 23

Holidays as a Married Couple 24

"Baby Fever" Hits 25

Beauty Sleeping 26

Our First Fight 27

We held Willie B. at gunpoint till the cops arrived 28

The Day Finally Came 29

Learn Some Gun Safety 30

God's Calling on our Lives 31

First Attempts at Soul Winning Evangelism 32

Proud Dad 33

Learning to Give 34

My First Drink of Alcohol 35

Nuestra próxima gran pelea

Después de dos años, en nuestra primera iglesia, mi amigo aceptó el llamado como pastor de una iglesia en Alabama. No pasó mucho tiempo hasta que me llamó y me ofreció un puesto.

Sería genial trabajar con mi mejor amigo. Sentí que tendría toneladas de libertad para aprender y crecer. Había disfrutado todo mi tiempo en la primera iglesia. Descubrí que la gente de la segunda iglesia eran igual de maravillosas.

Nos mudamos al sótano de la casa pastoral con nuestro amigo. Esos no fueron días cómodos para ninguna de las familias, pero fueron especialmente difíciles para Betty. El estrés crecía cada día. Estaba acostumbrada a algo mejor que a las paredes de hormigón desnudo en un sótano.

Finalmente, uno de los hombres de la iglesia nos encontró un lugar para quedarnos. Era un apartamento de dos dormitorios encima de su garaje exterior. Había unas escaleras largas y estrechas que conducían al apartamento.

Los hombres de la iglesia nos ayudaron a mover nuestras cosas, lo que significaba llevarlas arriba y tirarlas en medio de la habitación. No había aire acondicionado. Hacía más calor que las bisagras del Hades allá arriba.

Betty estaba enferma y Chris tenía menos de un año. Me levanté, me vestí y fui a la iglesia. Betty estaba en casa, y ojalá iba a arreglar la casa.

Me divertí mucho trabajando todo el día con mi mejor amigo, haciendo visitas, hablando, estudiando, planeando, etc. Mi pobre esposa estaba sola en casa con un bebé. No había televisión, ni aire acondicionado, ni comodidad.

Llegué a casa tan feliz como una lombriz. Miré a mi alrededor y le pregunté a Betty qué estaba pasando. Estaba sudorosa, pero no parecía que hubiera hecho nada en todo el día.

Dije wow, ¿qué has estado haciendo? ¡Betty me dijo de todo! ¡Ella gritó que yo había salido con mi amigo! ¡Fuí a un restaurante! ¡Tenía aire acondicionado! Estaba sola en la casa sin auto, sin aire acondicionado y con un bebé llorando, para el colmo. Ella estaba enferma.

Tuve el descaro de preguntarle qué había estado haciendo. Me enfadé. Tuve un gran día. Quería compartirlo con mi esposa, ¡pero no! Estaba de calor, molesta y enojada.

Yo dije. Estoy fuera de aquí. Voy a salir y dar una vuelta hasta que te calmes. Esa no fue la cosa más inteligente para decir.

Cuando volteé, ella se estiró y recogió un silbato de metal que usé mientras dirigía las actividades juveniles. Ella lo arrojó en la parte posterior de mi cabeza.

Me cayó con fuerza. Ahora estaba sorprendido y enojado. Me di la vuelta, listo para golpearla. Me quité el cinturón como había visto hacer a mi papá cuando me iba a azotar a mí.

Me dirigí hacia Betty muy enojado. Ella estaba asustada. El Espíritu Santo de Dios me golpeó entre los ojos. Allí mismo dejé caer el cinturón y salí de la casa.

Caminé y oré durante mucho tiempo. Me di cuenta de que era un bruto. No había ayudado a mi esposa a mudarse. Le había dejado todo el trabajo. Ella estaba enferma. No pensé en ella. Fui egoísta Sabía que estaba equivocado y me odiaba a mí mismo por ello.

Después de suficiente castigo del Espíritu Santo, regresé al apartamento. Volví a subir en nuestra pequeña caja de sudor. Me disculpé con mi hermosa esposa sudorosa, enferma y cansada. Ella se disculpó. Estuvimos bien de nuevo.

Es tan fácil quedar atrapado en lo que estás haciendo que olvidas lo que tu cónyuge necesita. La amaba, pero tenía una forma inferior de expresar ese amor. Aprendí una gran lección en la que todavía tengo que trabajar todo el tiempo.

Había vivido un día maravilloso. Betty había sufrido todo el día miserablemente. Ella había cuidado a un bebé enfermo en una caja de sudor todo el día cuando ella misma estaba enferma. Pensé solo en mí.

Aquí hay una lección para todos, especialmente para mis amigos misioneros. Cuelgue el último cuadro antes de salir al ministerio.

Asegúrese de que su esposa e hijos estén bien atendidos. No se centre tanto en el ministerio que se olvide de su ministerio número uno. Solo una persona estará contigo dentro de décadas, y estás casado con ella.

Piensa en tu cónyuge. Piensa en tus hijos. Haz el ministerio, pero después de Dios viene tu esposa e hijos.